
Si bien la navidad es una oportunidad para estrechar los lazos, también es cierto que cada persona lo vive de manera particular. Dependiente de su religión o costumbres, puede darle más o menos importancia.
Para algunos, representa el nacimiento de Cristo, y por ende, una época para vivir el amor y la alegría, sin embargo, para otros puede ser un día más de asueto.
Asimismo, aunque el ambiente parece dictar que es obligatorio sentirse feliz, la verdad es que es perfectamente válido y normal el hecho de no sentir euforia.
Tradicionalmente, la navidad se ha asociado con una época llena de emociones positivas, es decir, es un momento en el que muchas personas se permiten vivir momentos felices con la familia y amigos, ya que suelen aprovechar para reencontrarse, enviarse mensajes de afecto, darse regalos y compartir su alegría.
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En estas fechas también es posible que el estrés este presente

Algo que considero importante mencionar es que la época de la navidad no está exenta de que se generen conflictos, ya sean familiares o personales.
Algunas de las preocupaciones más comunes son, por ejemplo, la inseguridad por el desempleo debido a los recortes de las empresas, los gastos excesivos por los festejos y, desafortunadamente, las tensiones o rivalidades familiares.
Esto último es uno de los principales problemas que se relacionan con la navidad.
A veces en la familia pueden avivarse cosas del pasado, viejas rencillas que parecían olvidadas, debido a la gran carga emocional que supone reunirse con los parientes.
Pueden llegar a surgir cuestiones tan delicadas como problemas con herencias y peleas entre hermanos, pero también aspectos que podrían parecer triviales pueden convertirse en una fuente de conflicto, como la organización de los festejos y definir el lugar dónde se celebrarán las fiestas.
Asimismo, algo que pasa de manera recurrente es que, al experimentar que un año termina, de alguna manera también nos hacemos conscientes y nos enfrentamos a la finitud de la vida.
Al final, por muy largo que pareciera, el año se acaba, lo cual nos puede llevar a un proceso de reflexión y de ahí la clásica inquietud de no haber cumplido propósitos o metas.
Por esto mismo, también es común que aparezca ansiedad o tristeza.
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5 recomendaciones para evitar el estrés en Navidad

Tengo algunas recomendaciones que espero puedan serte de ayuda:
1.- Asume que ninguna Navidad (o cualquier fecha) va a ser perfecta.
Mientras más flexibles seamos para organizar los festejos y nos fijemos expectativas realistas, seguramente disfrutaremos más de la Navidad.
La flexibilidad cognitiva es una habilidad necesaria para la vida en general.
2.- Recuerda que gastar más no significa mayor demostración de amor.

A través de los medios y comercios verás un continuo bombardeo de escenas de felicidad, con el objetivo de estimular nuestro cerebro para que compremos compulsivamente.
Si tu situación económica es ajustada, no es necesario hacer costosos regalos para expresar afecto a la familia y también aplica si tu presupuesto no se ajusta a los regalos que tus hijos quisiera, vale la pena hablar con ellos.
Créeme, no les va a generar un trauma severo no recibir esa consola de videojuegos carísima.
3.- Tómate tiempo para ti.

El exceso de actividades sociales puede ser agobiante, por lo cual resulta muy gratificante que te des un tiempo para distanciarte y descansar.
4.- Define tus prioridades.
No estamos obligados a participar en todos los compromisos que se nos ofrecen, pues entra en juego la disponibilidad de tiempo y dinero.
Se vale decir NO.
5.- Busca apoyo si lo necesitas.
Es normal y válido que a veces para estas fechas se sienta estrés o tristeza.
No dudes en compartir tus sentimientos con alguien de tu confianza. Y si fuera necesario, consulta a un profesional si requieres trabajar áreas problemáticas de tu vida y hacer cambios para lograr tu bienestar.
¡FELIZ NAVIDAD!