El término “depresión” se utiliza con mucha frecuencia de manera coloquial cuando las personas quieren expresar que se sienten tristes, melancólicas o abatidas.
No obstante, lo más probable es que esto se trate sólo de una emoción o sentimiento, es decir, de un estado afectivo que dure un período corto o que no es dañino para la salud mental.
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¿Qué es en realidad la depresión?
La depresión clínica es un trastorno del estado de ánimo que puede afectar seriamente la calidad de vida y requiere de la atención de un profesional para valorar los síntomas y ofrecer un tratamiento.
He visto imágenes o artículos que sugieren “no estás deprimido, sino distraído”, aludiendo a que mucha gente no se da cuenta de las cosas buenas que tiene y por eso está “deprimida”.
Esto sería aplicable para el primer caso, cuando se trata de una emoción o sentimiento, pero respecto a una depresión clínica, la persona no tiene la capacidad de percatarse y apreciar todas estas cosas positivas, ya que su estado emocional seriamente afectado no se lo permite por más que sus familiares y amigos le insistan.
8 Señales que pueden advertir la presencia de la depresión
Estado de ánimo irritable
La persona se pueden mostrar sensibles, enojarse o llorar fácilmente.
En muchas ocasiones ni los familiares ni él/ella se explican el por qué de estas reacciones que pueden ser drásticas e intensas.
Alteraciones del sueño
Una persona deprimida puede inclinarse hacia cualquiera de los polos, ya sea dormir en exceso, a veces durante todo el día o por el contrario, sufrir de insomnio y deambular por las noches.
Cambios en el apetito
Al igual que en el caso anterior, puede ser que se presente una falta de interés por los alimentos y se salte varias comidas o sentir una intensa necesidad de atracones, muchas veces de comida chatarra.
Falta de energía
A veces, aunque la persona haya dormido mucho, siente que no ha descansado y no puede rendir durante el día, por lo cual se suele mostrar apática y cansada.
Dificultad para concentrarse
Puede pasar que esté en clases, en el trabajo o incluso haciendo actividades de ocio como leer o ver la televisión y simplemente sienta que su mente está en otra parte y no se puede focalizar en lo que está haciendo.
Dejar de disfrutar actividades que antes eran placenteras
Pueden ser las salidas con los amigos, practicar algún deporte, comer, tener relaciones sexuales; para todo eso ahora la persona se puede sentir completamente desmotivada.
Sentimiento de inutilidad
Es uno de los rasgos peligrosos que puede conducir a los siguientes, ya que puede sentir que no sirve para nada por más que se esfuerce, lo cual le puede llevar a la desesperanza.
Aislamiento
Muchas veces por lo anterior, él/ella prefiere encerrarse en sí mismo y perder el contacto con los demás.
Pensamientos de muerte o suicidio
Otro de los síntomas que nunca se deben tomar a la ligera, especialmente si la persona ha fantaseado en alguna ocasión con un plan acerca de cómo llevaría a cabo el suicidio.
Cabe aclarar que no todas las depresiones tienen la misma gravedad, por lo cual no es necesario presentar todos los síntomas para buscar ayuda.
Desde el momento en que alguno de estos rasgos empiece a disminuir la calidad de vida, es recomendable atenderlo oportunamente.
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¿Cuál es la mejor manera de tratar esta condición?
Hay personas que acuden a su médico para comentarle su malestar y este puede referirles con un psiquiatra para la administración de un tratamiento con antidepresivos.
La medicación no es necesaria en todos los casos, pero sí es muy importante que, si se empieza el tratamiento, se lleve a cabo tal y como lo indica el especialista, ya que de lo contrario puede afectar gravemente al organismo.
Ciertamente las medicinas ayudan a estabilizar el estado anímico y previenen problemas mayores, pero no necesariamente resuelven el problema en sí que originó la depresión.
Lo más recomendable es abordar la cuestión psicológica o social que produce la depresión, por lo cual la psicoterapia es una alternativa eficaz para esta problemática.
Lo ideal es resolver estas cuestiones para que la persona pueda salir adelante sin necesidad de fármacos y recupere la vitalidad para retomar su vida diaria.